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Color aceituna

 

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Yo crecí en una casa con “fondo”. Era una casa quinta bastante grande, con varias habitaciones que tenían persianas de metal al estilo antiguo y mosquiteros

Teníamos dos estufas de leño, una en el pasillo que daba a los cuartos  y otra en la cocina, cerca de la mesa dónde comíamos. Un tiempo después se convirtieron en estufas a gas y tenían esos leños ficticios decorativos y apenas caldeaban los ambientes que eran  muy grandes y de techo alto; salvo por un par de cuartos que eran diferentes al resto.

Las paredes estaban empapeladas según la moda del momento y cuando nos mudamos todavía estaba la tortuguita que le dibujé a papá en el cuarto para el día del padre. Mis padres fueron permisivos con mis pequeños murales y mis continuas expresiones artísticas y fui haciendo pequeñas muestras en varios de los ambientes. Y esa fue mi experiencia primaria con el street art que tanto me apasiona hoy.

Lo más lindo de toda la casa era el patio y los jardines llenos de jazmines, rosas, margaritas, frutales, arbustos…las sillas hamaca en el centro, los portones de hierro negro, las baldosas de granito gris que te raspaban al caerte, la pileta…En el fondo, en ese fondo, había originalmente una huerta y en medio de ella un olivo inmenso. Las casas vecinas eran similares en cuanto a su estructura y lo que hacíamos era intercambiar productos con nuestros amigos del barrio: higos, ciruelas, nueces,  nísperos…aceitunas. Y nuestro olivo era muy reclamado por las iglesias cristianas de la zona para la época de Pascua, para el domingo de ramos.

De alguna forma u otra, las aceitunas siempre estuvieron presentes tanto en mi dieta como en mi vida. Desde las pizzas, las empanadas de mamá, las picadas con amigos. Mi papá también es fanático y cuando hay aceitunas en la mesa la situación se complica un poco.

Hace unos días compramos unos “ejemplares” para una comida y resultaron un poco sosas. Venían en lata y eran muy pequeñas y con poca carne y sabor. La consecuencia es que se quedaron en la heladera sin ser comidas y decidí convertirlas en algo más provechoso, un caviar de aceitunas mediterráneo.

En muchos lugares donde se produce este fruto se vende como pasta de aceituna y básicamente es la aceituna triturada y condimentada en conserva. Para hacer este caviar o paté precisamos obviamente aceitunas negras, (una media libra puede andar bien), aceite de oliva, pimienta negra, hierbas , 3 o 4 dientes de ajo confitado, 5 tomates secos hidratados, 3 hojas de albahaca fresca.

Es muy simple, hay que disponer los ingredientes en una procesadora o en el vaso de un mixer, y procesar por unos segundos hasta que quede una pasta. Se conserva en un frasco de vidrio limpio, seco y esterilizado cubierto con aceite de oliva. Conviene, al no tener conservantes, ser consumido antes del mes luego que fue elaborado.

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Otras combinaciones con aceitunas verdes pueden ser  sólo ajos confitados,  morrones rojos (pelados y cocidos), berenjenas asadas o en escabeche, hierbas frescas…

Este delicioso caviar de aceitunas puede ser útil para condimentar salsas, pasteles y empanadas; para hacer dips, bruschette  y aderezos de ensaladas o simplemente para comer sobre una tostada.

Y para terminar, un video divertido sobre “Oliverio, la aceituna”, un adorable personaje del muy talentoso dibujante y humorista argentino Liniers:

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