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Dragon Fruit

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Hablando de cosas raras, hace unos días estaba en el mercado comprando más que nada fruta y verdura fresca cuando me encontré con el Dragon fruit rojo. Atractivo para casi todos mis sentidos me quedé observando esta pieza de exóticos atributos, uno de los más coloridos y excéntricos frutos de la naturaleza. Nos enamoramos y volvimos juntos a casa. Bah, amor…un amor totalmente frívolo y casual destinado a morir el día que el gusto le gane la batalla a la vista. Si bien el nombre me venía dando vueltas en la cabeza (nada menos por ser mi sabor favorito de cierta marca de aguas vitaminadas de moda), poco y nada es lo que conocía acerca de este fruto proveniente de algunas especies de cactus. Llama la atención su glamorosa ambigüedad, un baúl de aspecto rígido y tosco que encierra una suave pulpa de indefinible sabor.

Si bien son nativas de México, y Latinoamérica, actualmente, también se cultivan en varios países de Asia como el sur de China y Japón y del Sudeste Asiático como Camboya, Tailandia, Taiwán, Malasia, Vietnam, Sri Lanka, Filipinas, Indonesia y, más recientemente Bangladesh. También se encuentran en Okinawa, Hawaii, Israel, el norte de Australia y en Chipre.

La fruta también se convierte en jugo o vino, o se usa para dar sabor a otras bebidas. Las flores se pueden comer o ser usadas para elaborar  té.

Gracias a un poco de curiosidad periodística, me aproximé un poco más a las cualidades, y como le gusta decir a todo el mundo ahora, propiedades de esta maravilla culinaria conocida con el nombre de Pitaya en Latinoamérica y Fruta del Dragón o Dragon Fruit en oriente (supongo debido a su textura y color exterior que asemeja a las escamas de un dragón). Si bien sólo se come la pulpa y la cáscara se descarta, estudios en progreso muestran que la misma es rica en polifenoles que si bien, también están bajo investigación, mostrarían  tener capacidad antioxidante con potenciales beneficios para la salud. Podrían reducir el riesgo de contraer enfermedades cardiovasculares y cáncer, por ejemplo.

Más allá de su color externo (rosa, rojo o amarillo) o tipo de pulpa que va desde blanco a on rojizo rosado, esta fruta cuyo 90% es agua (sí, agua!) contiene vitaminas B, C y E y es rica en calcio, fósforo y hierro y es baja en calorías.  El aroma es delicado y el gusto es similar a un cítrico dulce, como el kiwi, (también hace recordar a este fruto por las pequeñas semillas negras crocantes) pero mucho más suave. Si bien el exterior es escamoso y semi rígido, el interior es blando y jugoso y está repleto de pequeñas semillitas negras. El precio de esta delicia exótica natural promedia los 6 dólares en el mercado. Sí, no es muy barato que digamos pero no está mal para darse un gusto de vez en cuando.

A tono con el calurosísimo verano en que estamos, una refrescante receta a base de Dragon fruit! A disfrutar!

Dragon fruit Smoothie

Qué lleva?

  • 1 dragon fruit (pitaya)
  • 2 mandarinas peladas y separada en gajos sin semillas
  • el jugo de 1 lima
  • 4 hojas de albahaca fresca
  • 2 cucharadas de azúcar rubia
  • 1 taza de agua gasificada fría
  • 1 taza de hielo triturado

Cómo se hace?

1. Separar dos rodajas delgadas de dragon fruit previamente pelado (la pulpa) y reservar para la decoración.

2. En una licuadora poner el resto del dragon fruit con las mandarinas, el azúcar, el jugo de lima, el agua gasificada y las hojas de albahaca. Hacer un batido.

3. Disponer en vasos altos con el hielo triturado y decorar con las rodajas de dragon fruit y un ramito de retoño de albahaca. También puede decorarse con una fina rodaja de lima.

Una versión de cocktail podría ser incluir a la mezcla en la licuadora dos medidas de Sauza Tequila!

Para terminar, disfrutemos este trago mientras viajamos virtualmente a Hawaii donde nos cuentan cómo comer fruta del dragón!

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Días de Feria!


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Cotton Candy de colores, manzanas acarameladas, olor a pop corn recién hecho que se mezcla con el aire caliente, con los gritos esporádicos, las risas y las luces refulgentes de colores. A lo lejos, ella, imponente, colosal y majestuosa, la reina de la fiesta, la noria. Mientras, los muñecos se mantienen inmóviles sentados como sonrientes soldados de felpa esperando ser liberados del maleficio, en busca de un nuevo hogar.

El aire dulce y salado se mezcla en medio del calor del verano, familias, amigos, grandes y chicos se funden en un día de juegos, comida y música, en un día donde un sello azul ininteligible en la mano garantiza el acceso a un mundo magia y diversión, una vuelta de carrousel por la infancia. En mi cabeza resuena una música de circo mezclada con algo de los 80’s. No se, algo que abre una puerta interna de recuerdos en sepia, de sonrisas y sorpresas. Algo con gusto a caramelo y aroma de arena bajo el sol.

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Sí, llegó el bendito verano y con él las ferias estivales de fin de semana. Juegos para grandes y chicos, venta de artesanías, promociones de comida y servicios, música al aire libre, y por supuesto, carritos de comida clásicos carentes de todo sentido de la palabra gourmet dónde no pueden faltar los hot dogs, pizzas, drumsticks, chicken wings, french fries, chinese/thai food (o algo por el estilo), funnel cakes, snow cones y ice cream.

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Desde arriba de la noria…

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La lluvia se empeño notablemente en reprimir sus ansias de estallar durante gran parte del domingo, hasta cerca de las 5:00pm donde claramente dijo “lo siento, hasta acá llego yo” y desató su furia (o un poco de ella) en medio del túnel del tiempo a los 90’s de la mano de unos Spin Doctors renovados y llenos de energía como siempre. 

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Algunos volvieron con las manos ocupadas…

En Reston, la Cámara de Comercio organiza otro tipo de Feria que si bien cuenta con el plus del Carnival para los más chicos, está orientada a los negocios del centro de la ciudad. La Feria “Taste of Reston” fue una muestra, al menos en cuanto a lo culinario, de los mejores restoranes de la zona en un despliegue de tres cuadras en la calle principal del centro de la ciudad.

Para destacar: Pollo Perú fue uno de los favoritos de la jornada con colas interminables de gente y muy bien rankeada en cuanto a la relación precio (cantidad de tickets) – calidad del producto ofrecido. The Counter Burger ofrecía unas mini hamburguesas de beef o turkey si bien pequeñas, bien preparadas y bastante completas. Clyde’s, uno de mis restaurantes favoritos de la zona, contaba en el menú con Gangnam Style Hot Dog, una suerte de Hot Dog de carne frito, napa kimchee, pickled daikon y carne agripicante. Me encantó, repetí y repetiría nuevamente.

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Paolo’s Ristorante tenía como favoritos unas prosciutto wrapped truffle fries, es decir, dos pequeñas porciones de papas bastón fritas envueltas en jamón crudo con una salsa a base de aceite de truffa. Delicioso, sí, en varios niveles, un poco costoso también. Otro para destacar fue Buffalo Wing Factory. Si bien las buffalo wings no eran muy prácticas para comer de pie, los bites de pollo eran deliciosos y facilísimos de disfrutar, mi elección fue garlic butter sauce.

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Vie de France contaba con una muy buena muestra de pâtisserie francesa con éclairs, croissants, tortas, pequeñas delicias y frutillas bañadas en chocolate. Otras opciones más americanas fueron cupcakes y cookies. Los macarons eran buenos, no los mejores que he probado, pero bien hechos. Una crítica, tenían mucho para ofrecer y una pequeña lista de precios, retrasaba la fila que de por sí era larga y tanto los vendedores como los consumidores se confundían fácilmente.

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En el caso de las bebidas, la creatividad no estuvo a la orden del día. Para los que no toman alcohol había una línea de gaseosas sin mucha variedad tampoco, y agua embotellada. Para los que querían disfrutar de una bebida con alcohol, las opciones eran vinos de Market Cellars y The Wine Cabinet y cervezas. Hubiera sido divertido una opción de barra de tragos, por ejemplo. También me hubiera gustado quizá poder disfrutar de un café después de cenar pero Starbucks no formaba parte de la oferta gastronómica de la feria.

Me olvidaba de los helados de Pitango, para cuando llegué no había más opciones que frutilla o limón, te daban acceso a un sólo sabor en una pequeñísima taza. No me voy a quejar demasiado, el helado era bueno, muy lejos de ser un formidable gelato artesanal italiano.

Durante el día además de los espectáculos musicales, el karaoke (sí, karaoke) y el Carnival, hubieron demostraciones y clases gratuitas de cocina, fitness y sports para grandes y chicos. Una verdadera feria gourmet!

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